Magnífica exposición en la fundación Mapfre.
Si bien en un principio la obra de Stephen Shore no había captado mi atención, esta retrospectiva me ha liberado de prejuicios. La inteligente disposición de las fotografías en los dos pisos que componen la muestra parece haber sido diseñada con el fin de que el espectador consiga hallar el hilo conductor que ha motivado al fotógrafo durante gran parte de su vida. No sólo se trata de una disposición cronológica sino temática en la que se enfrentan los dos grandes universos fotográficos de este artista. Y cuando digo se enfrentan quiero decir literalmente, en el espacio de un pasillo, una fotografía frente a otra, un universo frente al otro.
Por un lado, las huellas de la ciudad con sus edificios, coches, hombres y mujeres capturados en un gesto cotidiano de ir a la compra o de pararse frente a un escaparate. Todo un documento de la vida cotidiana.
Por otro, el paisaje natural -- en este caso el árido sur de los EEUU -- donde a veces aparecen sobre el terreno, los trozos de alguna vasija encontrada en algún yacimiento, huellas de otros hombres que viajan desde la profundidad a la superficie.
Stephen Shore, que es un gran lector y que además escribe muy bien, cita a Hamlet a la hora de describir la esencia de su exploración fotográfica. Cuando Hamlet explica a los actores cómo debe ser el arte de la representación, les da una clave que fue determinante para Shore: expresar una época o un momento del tiempo con su "forma y presión". Desde el principio vemos que Shore, en su estética de snapshots o fotos amateur que captan como por accidente gestos totalmente espontáneos, está buscando no sólo documentar sino también encontrar la "forma y presión" de su presente, de esa América "bostezante" de los años 1960.
Espacios vacíos y muchas veces sucios, una cierta atmósfera de abandono y una expresión de anonimato son motivos constantes que animan la fotografía de Shore. Un pie sucio, un edificio en decadencia, un libro usado y manoseado, unas bragas sucias sorprendidas por debajo de una falda, una maleta sin abrir sobre la mesa de una habitación de motel, una cena de esas congeladas que se venden en EEUU (¿hay expresión mayor de la soledad que las "tray dinners"?). Esto parece venir aderezado por una iluminación a veces sórdida, blancos fríos y sucios.
Si bien en un principio la obra de Stephen Shore no había captado mi atención, esta retrospectiva me ha liberado de prejuicios. La inteligente disposición de las fotografías en los dos pisos que componen la muestra parece haber sido diseñada con el fin de que el espectador consiga hallar el hilo conductor que ha motivado al fotógrafo durante gran parte de su vida. No sólo se trata de una disposición cronológica sino temática en la que se enfrentan los dos grandes universos fotográficos de este artista. Y cuando digo se enfrentan quiero decir literalmente, en el espacio de un pasillo, una fotografía frente a otra, un universo frente al otro.
Por un lado, las huellas de la ciudad con sus edificios, coches, hombres y mujeres capturados en un gesto cotidiano de ir a la compra o de pararse frente a un escaparate. Todo un documento de la vida cotidiana.
Por otro, el paisaje natural -- en este caso el árido sur de los EEUU -- donde a veces aparecen sobre el terreno, los trozos de alguna vasija encontrada en algún yacimiento, huellas de otros hombres que viajan desde la profundidad a la superficie.
Stephen Shore, que es un gran lector y que además escribe muy bien, cita a Hamlet a la hora de describir la esencia de su exploración fotográfica. Cuando Hamlet explica a los actores cómo debe ser el arte de la representación, les da una clave que fue determinante para Shore: expresar una época o un momento del tiempo con su "forma y presión". Desde el principio vemos que Shore, en su estética de snapshots o fotos amateur que captan como por accidente gestos totalmente espontáneos, está buscando no sólo documentar sino también encontrar la "forma y presión" de su presente, de esa América "bostezante" de los años 1960.
Desde el principio llaman la atención sus encuadres atípicos, sus fuera de planos, sus picados extremos y su enorme interés por el retrato de la gente común. Fotos de Brooklyn y East LA donde un mexicano mira la calle desde la puerta de su tienda o donde un transeúnte se para a leer los titulares frente a un kiosco. Una cierta estética decadente tiñe sus fotos que parecen hechas con una polaroid. Hay en todo ello una interrogación sobre los usos y modalidades del lenguaje fotográfico, eso que él llamo un "antiestilo".
Espacios vacíos y muchas veces sucios, una cierta atmósfera de abandono y una expresión de anonimato son motivos constantes que animan la fotografía de Shore. Un pie sucio, un edificio en decadencia, un libro usado y manoseado, unas bragas sucias sorprendidas por debajo de una falda, una maleta sin abrir sobre la mesa de una habitación de motel, una cena de esas congeladas que se venden en EEUU (¿hay expresión mayor de la soledad que las "tray dinners"?). Esto parece venir aderezado por una iluminación a veces sórdida, blancos fríos y sucios.
En sus road trips iba a ciudades anónimas y lo fotografiaba todo, gasolineras, carteles, esquinas... en una estética y temática en clara contraposición a la de las guías turísticas. Sus monumentos eran "misteriosos souvenirs de una ciudad sin nombre" como él mismo expresó.
Por otro lado, en sus paisajes de Montana parece querer resaltar su "fealdad" o su aridez con esas texturas rugosas y esas composiciones monótonas, grandes terrenos donde no hay nada. Así trasciende esa idea del paisaje como modelo mental instituido.
En definitiva, todo un mundo de superficies, un mundo de texturas donde la gestualidad espontánea de transeúntes y parientes aparecen como momentos aparentemente insignificantes pero al mismo tiempo irrepetibles ("cápsulas del tiempo"). Visto hoy, una especie de arqueología social a través de la fotografía utilizada como instrumento documental pero al mismo tiempo que trasciende el mero documento histórico.
Y por último una curiosidad: durante toda la exposición no pude evitar la constante reminiscencia al fotógrafo y a la estética de "Alicia en las ciudades" de Wim Wenders, ¿alguién sabe si Wenders se inspiró en Shore? Yo diría que sí...
como disfrutaste!
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